La imaginación apenas puede hacerse una idea del que fuera el Palacio de los Condes de Oñate de Campo Real. Una casa-palacio, de las que apenas quedan rastros, que los señores de la villa construyeron a mediados del siglo XVII.
Para su construcción, los condes compraron por 40.000 reales varias casas y corrales sobre los que construirían s complejo. Las obras tardaron cuatro años en concluirse y costaron 224.409 reales y 4 maravedíes. Todo un palacio con caballerizas e incluso con su propia huerta cuyos cultivos recibían agua de una noria y un estanque.
En el año 1725, don Diego Gaspar Vélez Ladrón de Guevara Legui y Tassis, conde de Oñate, Villamediana y Campo Real, muere sin sucesión, heredando entonces el señorío y, por tanto, el palacio su hermana doña Melchora Vélez Ladrón de Guevara, tomando posesión en su nombre su esposo, don Sebastián de Guzmán, Marqués de Montealegre.
Desgraciadamente, a comienzos del siglo XIX los señoríos fueron suprimidos y los palacios perdieron su utilidad, por lo que el conde de Oñate de 1848, Isidro de Guzmán y la Cerda, decidió vendérselo a don Juan de Miangolarra. Éste parceló el edificio y lo vendió por partes, lo que supuso, sin dudas, el ocaso del inmueble.